jueves, 10 de mayo de 2012

Pero, ¿cuándo golpear el balón…?



"Pues YO sé cuándo golpear el fuckin balón."

Pensando en la vida desde alguno de sus elementos constitutivos, uno muy efímero como el futbol, caí en cuenta que tengo un dilema de esos tan jodidos que cuando uno es güiro no te dejaban jugar tranquilo (como cuando tenía que entregar la nota de castigo que implicaba ir al colegio, Suizo Americano, los sábados. Esperaba hasta bajarme del carro en la entrada del colegio para dar la noticia). No sé a cuántas personas les pase lo mismo, espero no ser el único, no porque no me gusta ser “original” (en el sentido de algo propio y no de algo nuevo, como dice Erich Fromm), sino porque no quiero ser el único angustiado por ello. Voy a tratar de exponer a lo que me refiero, con posibilidad que no tenga el más mínimo sentido lo que diga, por un lado por las propias dificultades de la comunicación humana (en especial la escrita), y por otro porque si soy el único es como que a los guatemaltecos urbanos nos hablen de validez de la diversidad étnica en nuestro país (basta con leer los comentarios de los lectores a alguna columna en la red sobre el tema para verlo).




O los comentarios a este legendario video. En una nota aparte: Javier Sinay sería un FANTÁSTICO cantautor de hip-hop.


Soy una persona que en ciertas ocasiones teme hacer uso de cualquier atributo en el momento equivocado. De esta primera frase se desprende lo subjetivo del asunto, que a ver si al final tiene algo de intersubjetivo (subjetividad socialmente compartida), al calificar de equivocado, o su contrapartida de acertado (algo propio de nuestro sistema de pensamiento binario), algo (un momento en este caso). Aclaro que por equivocado entiendo a destiempo, y por atributo cualquier cosa (material o inmaterial) con la que se cuente para alcanzar algo. Tal vez un pequeño ejemplo bastante burdo aclara un poco. Cualquiera de nosotros tiene tres chicles una mañana y se mastica el primero antes de salir de casa, el segundo al llegar al trabajo, y el tercero después de almuerzo, parecería que hasta aquí todo bien. Pero resulta que salió a las siete de la noche, de haber tenido diversas reuniones, con el aliento pesado (por decirlo suave), y además es de los que no gusta tomar agua sino mierdas azucaradas, y la compañera de trabajo que le gusta se le acerca para conversar…Ah, puta en ese momento, después de palpar las bolsas del pantalón y comprobar que los chicles de la mañana están escupidos en los mingitorios (porque además es un mierda que piensa que limpiar baños es un premio justo para los que “no se esfuerzan” y no pasa nada con tener que sacarlos de entre los meados de otros), dice “hubiera guardado un puto chicle para esta eventualidad”. Por supuesto que la colega al percibir lo grotesco de su aliento (mezcla de azucares y bacterias) se limita a preguntar por la planificación del día siguiente, eso sí, de lejos. ¿Mala suerte no haber guardado un chicle para la noche, o se hartó a destiempo más de alguno de los tres chicles del día? 



"Te diría que comás mierda, pero me doy cuenta de que eso es precisamente lo que hiciste."



O sea, la idea es preguntarse, ¿cuándo es el momento “adecuado” (si lo hay) de usar o de hacer algo?
Casi cualquier elemento de la vida nos permite reflexionar sobre estos dilemas, para clarificar más la idea les comparto una anécdota futbolera que me pasó, y no me contaron, que nos puede arrojar luz sobre si este es verdaderamente un dilema o solo una fobia que reside en mi caótica mente.
Allá por el año 2001, justo un año antes de aquel mundial poco apasionado de Corea y Japón 2002, cuando corrían tiempos de sueños de grandeza entre mis amigos y yo (me refiero por supuesto a jugar futbol en algún equipo de Europa, tocar algún instrumento en alguna banda famosa de metal pesado o fundar un negocio que diera mucho pisto para no tener que trabajar) solíamos ir a chamusquear a una universidad privada de Vista Hermosa (comparte espacio con un colegio caquero y carísimo de guate).


Solo soñábamos con ser como las estrellas de rock, que nunca envejecen.


Un cuate, Leo “mala tasa” Faillace estudiaba en dicha universidad, y gustaba invitarnos a jugar con algunos de sus cuates de allí, ya que contaban con instalaciones de ahuevo (césped natural y bastante plano, en vez de tierra o cemento, porterías con red y travesaños, en vez de mochilas o piedras). Recuerdo que uno de los cuates de Leo, Jeffrey, de acuerdo con Danimanyas era un pésimo jugador de chamuscas porque jugaba por banda y siempre colgaba centros al área sin ningún delantero centro medianamente dominante en el juego aéreo (siquiera algo parecido a Carsten Jancker que metía una de diez chances, cuando, siguiendo con Dani (que yo prefiero llamar Trent), las chamuscas más que para ejecutar la técnica son para ganarse (sino recuerden el clásico “último gol gana”).

Bueno, era un jueves o viernes por la tarde de junio, julio o agosto, no importa tanto la exactitud de la fecha como lo que les voy a contar, que repito no me lo dijeron sino lo viví, el cielo opaco, preludio de lluvia nocturna, el viento se hacía notar ocasionalmente, reinaba la quietud propia de un lugar restringido a los miembros del “club” (nosotros entrábamos por tener amigos que estudiaban allí, de lo contrario nellll, a veces llegaban a preguntar que si se había reservado la cancha, que si éramos estudiantes, que si estábamos al día en los pagos, en fin, que si habíamos viajado a Disneilandia, ah mierdas elitistas). De un bando, la mara local, en su mayoría hijos de papi y mami que no habían querido ir a la gloriosa tricentenaria USAC por temor a la universalidad de clase, del otro bando, también en su mayoría hijos de papi y mami (por lo menos mi caso) pero que reivindicábamos nuestro derecho a romper la pertenencia exclusiva a la clase media y qué mejor que en la tricentenaria.



Fotografía de la USAC, alineada a la izquierda.             


En mi equipo, estaban Trent (mal llamado Danymandias, ojo con él), Luis Adolfo López Lazo alias el Pelex (Félix decía Leo), Diego Rivera, Costeñito Larrañaga entre otros, después de llevar jugando un buen par de minutos sucedió lo que interesa hablar hoy. Tras recuperar un balón por la banda izquierda de nuestro campo, inició la circulación del mismo para crear una opción de gol (nada muy elaborado como el aburridísimo juego del Barcelona), en esas se encontraba nuestro equipo cuando el útil llega a los pies de Trent, quien controla, conduce un par de metros con la cabeza levantada, y faz…impacta la pelota imprimiéndole una rosca de crack, más velocidad y dirección de gol, pero como la vida es tan caprichosa, las redes inmóviles y el vértice superior izquierdo de la portería (desde la perspectiva del portero, desde la de Trent sería el vértice derecho) temblando como la gelatina del anuncio de imperial.

                          
                               Como aquel poste de Rensenbrink en la Final del 78.


El esférico tras rotar de forma mágica, hermosa y perfecta sobre su eje, a una velocidad que impedía cualquier reacción del portero (que en este caso hubiera sido efímera pues Jorge “la Yegua” Rosales fingía atajar como una sexoservidora o actriz porno finge un orgasmo, pero ello no resta valor al disparo de Trent, aclaro) impactó la unión, que forma un ángulo de 90 grados, del poste y el travesaño. Les digo que el tiempo por menos de un segundo se detuvo, la imagen tan nítida en mi mente después de tantos años así lo atestigua, el gesto de Trent sonriente como diciendo “mierda, no entró, pero tal vez es más de ahuevo porque le da un drama extra, al ser algo bello pero no ser lo que se esperaba que fuera (un golazo)”. Extasiado de la belleza de la vida, por caprichosa, y del futbol por regalar obras de arte (tal vez en gran medida por ser lo que no se esperaba que fuera) como la que mi hermano Trent nos acababa de obsequiar, en la próxima gran jugada del partido pasó algo rarísimo.

Que un tiro lejano, con trayectoria perfecta (si la perfección existe, esta pelota trasladándose a la portería girando sobre sí lo era) impactara en el vértice de la portería ya era poco común, cómo se quedarían ustedes si en la siguiente jugada de peligro pasa exactamente lo mismo. Puta, mínimo fruncieron el ceño, si no otra cosa, pues imagínense lo que nos pasó a los que estábamos presentes. Mi brother vuelve a coger un balón y a imprimirle su fuerza y técnica con el mismo resultado, un fucking déjà vú, no, Trent había vuelto a estremecer la portería con un zapatazo armónico, que dejó a la Yegua más perplejo aún, que nos regaló magia sin haber salido del sueño del primero de sus trucos. A veces todavía me pregunto si en realidad fueron dos, pues el segundo a decir verdad fue un calco del primero, y sí futboleros, fueron dos.

Dicen que no se puede volver a jugar en ese campo, que la vegetación no para de crecer, que si se chapea a la mañana siguiente está de nuevo alta. Es asombroso, repentinos árboles crecieron estrepitosamente. Es la manera que la naturaleza tiene de decir "esto está clausurado, esa tarde ví todo lo que tenía que ver".


Me cuesta volver al tema tratado aquí, la experiencia me tocó mucho, la revivo y me emociono. Pero a lo que iba. Resulta que mi querido Trent, para tristeza del mundo, jamás volvió a expresarse dentro del terreno de juego con tanta belleza, a pesar de jugar en un campeonato (que es una chamusca más formal: árbitros, uniformes, tablas de posición, etc.) no le ha pegado así a la pelota otra vez. Se rumorea que parte de su tótem futbolero murió ese día, a saber, pero él no fue el mismo desde entonces. Incluso se rumorea que hoy duerme de día y trabaja todas las noches y madrugadas, se dice que su insomnio le vino como resultado de la alteración que ocasionó en el Universo al haber hecho algo bello que tenía que ser pero no fue (tal vez la respuesta sea más simple: utilizó a destiempo sus dos pegadas mágicas de balón).

Trent tiene repentinos ataques de ira, en los que dice mierdas como "Fuckin Postes... los Postes son responsables por todas las guerras en el mundo".


¿Será que la vida, Dios, su tótem futbolero, o como se le quiera llamar, únicamente le dio dos tiros de esa índole a Trent? Que él malgastó al no haberlos utilizado en un partido de campeonato que hubieran permitido al Aenima (nuestro equipo en el CEJUSA) ganar puntos. Ustedes podrán reparar sobre el hecho que ambos disparos no terminaron en gol, pero tal vez fue así porque se usaron a destiempo. Si los hubiera usado en el lugar y momento exacto como en el campeonato del CEJUSA, donde las canchas son más grandes, al igual que las porterías, y tratándose de un partido importante, esto hay que remarcarlo, Trent, hubiera podido ser el héroe de dos jornadas, y por qué no, hasta de un campeonato. Pero la vida tiene sus cosas, y en su lugar, la proeza futbolera de Trent reside permanentemente en mis recuerdos de juventud, mismos que eran atormentados por hormonas, sueños de grandeza y atisbos de conciencia de que la vida viene con responsabilidades, y que durante esos años las chamuscas eran la posibilidad de detener el tiempo un tiempo…un compás se diría en música. 

                             
Nuestro sueño último era armar una fiesta, que por una vez en la puta vida, tuviera algún invitado cuyo nombre terminara en "a", y no fuera "La Cerveza". O sea que llegaran chavas pues.  


Pero, ¿cómo iba a saber Trent que solo contaba en su haber con dos golpeos de balón magistrales en su larga vida como jugador amateur? Tal vez su mal timing para seleccionar el momento “adecuado” lo separó de la posteridad en la que viven magos como el gran ZIZOU (mejor jugador de todos los tiempos), pues como recordaremos este último, en el momento preciso, prendió una volea divina en una final de Champions, que, además de obra maestra dio, la novena copa de Europa al Madrid.


Estamos hablando de !Esa Volea malditos!

En fin, ¿será que hay un momento adecuado para hacer algo en la vida, para patear una pelota y celebrar un gol? ¿O es solo una manía que vive en mi cabeza, y de cuando en cuando me atormenta?  

Por: Neglidín (captions por Danymandias).

1 comentario:

  1. Puta negli al fin de dedicas a escribir algo, creo que te viene bien que no hayan clasicos, ni partidos del Real Madrid o Barcelona para que no saques tu desden hacia el actual mejor equipo del mundo (lo digo por el titulo).
    En fin, que tiempos aquellos donde se estaba fraguando el AENIMA del CEJUSA y todos ibamos a jugar pensando que algun dia seria talega jugar en un campeonato con campos de grama de verdad sin que nadie tuviera que invitarnos ni que nos estuvieran preguntando ni mierda, es decir CEJUSA.
    Puta me recuerdo exactamente de esa jugada de Mamilo, pero en mi cabeza solo era una, no se si tuviste un desfase interdimensional en el que lo viviste dos veces negli jajaja, no en serio me recuerdo de esa mierda pero no exactamente que fueron dos.
    Que pegada de balon tuvo Trent esa tarde pero no creo que se haya gastado todas sus balas ese dia, lo que se le acabo fue la mezcla entre juventud, suenos, fisico prodigioso jaja y lo pela la verga de una chamuzca en la que no teniamos responsabilidades si perdiamos y en la que cada quien jugaba donde le gustaba, pelando la verga si habian dos o tres jugando exactamente en el mismo lugar. El tiempo a algunos le cae bien a otros no tanto, pero a la mayoria nos vuelve menos flexibles, mas lentos y mas gordos, talves con la misma tecnica pero la falta de agilidad no podemos hacer ni la mitad, puede ser que eso nos afecte al usar nuestros cartuchos jugando futbol.
    En la vida si puede ser, sobre todo cuando perdiste tu oportunidad de agarrarte a un culito por la primera vez porque escogiste el momento equivocado y te soco una cachetada, talves esa oportunidad ya la desperdiciaste.
    Salu muchachos un abrazo

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